Los colores son universales para la mayoría de la humanidad, para algunos pocos, los daltónicos y los ciegos, es un concepto difícil, pues no logran entender del todo el valor que estos tienen, de hecho, me equivoco, ellos son los que más aprecian este bello concepto.

El matiz es el término que se usa para referirse a ciertas características que en conjunto conforman un color, ya sea uno triste, uno pasional o uno aburrido, y en la vida, cada cosa que vemos, sentimos y olemos, podemos relacionarla con uno de estos.

En el caso de Lorena Matiz, una hermosa y guerrera madre, que lucha por sus hijos en Fundación Dharma, este es un concepto extraño, pues su apellido abarca todos los colores que podemos percibir, pero lastimosamente su vida ha tenido que navegar entre ciertos tonos grises.

La historia de Lorena comienza hace un año, cuando su hijo, José Antonio Chávez Matiz, de tan solo siete añitos, fue por una cita de control pediátrica en Pitalito Huila. El médico nota algo extraño en la espalda de José, y el diagnóstico termina siendo una escoliosis.

Seis meses después, la situación se complicaba aún más. José no solo presentaba esa anormalidad en su espalda, sino que ahora estaba presentando síntomas de daño nervioso. Así, fue remitido a consulta de tercer nivel en Neiva, donde el panorama no fue favorecedor, y la pediatra encargada lo manda a Bogotá, para una valoración profunda desde el área de ortopedia y neurología.

El 22 de septiembre de 2020 la familia Matiz llega a Bogotá. Para este punto, José ya no podía caminar. El daño presentado en su columna vertebral era delicado, y con esta condición, los médicos en Bogotá se percatan de lo que realmente estaba sucediendo.

El mismo día de la consulta José es internado en la unidad de cuidados intensivos. Dos días después, el 24 de septiembre, los resultados finales salieron, el diagnóstico nuevo fue un golpe para toda la familia Matiz. José tenía un tumor en la columna, el cual había afectado gravemente su médula espinal, por lo que no tenía reflejos en el cuerpo, y debido a esto, la esperanza de vida era muy baja.

La única opción era someter a José a una cirugía muy peligrosa, delicada y larga. El 26 de septiembre ingresa a cirugía con el propósito de extirpar el tumor. El proceso quirúrgico duró 12 horas, unas en las que Lorena esperaba con el corazón en la mano.

José lo logró, estuvo en la UCI por un mes, pero lastimosamente los implantes que le pusieron fueron rechazados, y tuvo que volver a cuidados intensivos después de otra cirugía. Un mes más en cuidados intensivos.

El hospital cancerologico recibe a José un mes después, para verificar la naturaleza del tumor y monitorear un riego del líquido de la médula espinal que podría representar riesgo de metástasis y nuevos tumores.

Lorena y su hijo están actualmente en la Fundación Dharma al cuidado de todos los miembros del equipo de apoyo. José está en un proceso fisioterapéutico con la esperanza de que algún día pueda volver a caminar.

Las esperanzas son altas, y no hay nada que el amor de madre no pueda, pero en definitiva ha sido un proceso muy duro para José y su mamita, que día a día reza por la salud de su hijo. Reza porque en futuro pueda ver a su hijo convertirse en un hombre, con plena facultad de su cuerpo. Sueña con él, sueña con su felicidad y con verlo caminar otra vez.

Lastimosamente, la otra hija de Lorena, Sofía, empezó a presentar los mismos síntomas que su hermano. Ahora, la madre de estos dos guerreros, debe mover cielo y tierra para salvar a sus hijos, así esto implique que ella dé su vida entera, todo, por volverlos a ver sonreír.

La vida de Lorena ha sido dura desde que la situación de José apareció, pero sin importar qué, ella sabe que sus hijos son su razón de vivir, y estará para ellos sin importar nada. Y claro, Fundación Dharma y todos sus miembros acompañarán y cuidaran de esta bella familia hasta que todo se solucione, sabiendo que pase lo que pase, Dharma siempre será el segundo hogar para la familia Matiz.

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